¿Qué recuerdos guardaba Erzsi de su padre, Rudolf? Se sabe que unos meses después de la tragedia de Mayerling, la abuela emperatriz Elisabeth -que no prestaba demasiada atención a sus nietos...- preguntó a la pequeña Erzsi si acaso se acordaba de las últimas Navidades, en las que había habido una reunión de familia en torno al árbol. Específicamente, Elisabeth quería saber si Erzsi situaba a Rudolf en aquellas escenas navideñas. La niña contestó que sí, se acordaba de su papá durante las Navidades. Luego, inmediatamente, cambió de tema para evitar nuevas cuestiones.
Rudolf había llevado, en los años anteriores, una vida extremadamente enrevesada y compleja. No escondía sus opiniones políticas, potencialmente explosivas por proceder del heredero del trono; estaba en las antípodas ideológicas de su padre emperador, criticando con descarnada crudeza el viejo y anquilosado sistema imperial austríaco. Se relacionaba con elementos "disonantes", por decirlo finamente, mientras que publicaba, bajo seudónimo, panfletos demoledores. Paralelamente, Rudolf se encontraba inmerso en una espiral autodestructiva, con el alcohol, la morfina y los burdeles como vías de escape a sus angustias existenciales. Sumando lo uno con lo otro, es dudoso que dedicase tiempo a su hija Erzsi. Pero lo que sí se sabe es que Rudolf intentaba ver frecuentemente a Erzsi...aunque los encuentros fuesen breves. Y en esos encuentros, se mostraba cálido y afectuoso con la niña. De hecho, Erzsi prefería a su padre antes que a su madre, distante y fría.
Sería interesante dilucidar hasta qué punto afectó a la formación de la personalidad de Erzsi la desaparición prematura del padre y, especialmente, las trágicas circunstancias que rodearon esa desaparición.
Erzsi creció bajo la tutela efectiva de su abuelo Franz Joseph, que bebía los vientos por ella. Se sumaban dos hechos: en primer lugar, Erzsi había nacido y se había criado "en palacio", es decir, junto a él, mientras que los hijos de su hija Gisela vivían en la lejana Munich y los hijos que luego tuvo Valerie pertenecían al hogar conyugal de ésta con el archiduque Franz Salvator. En segundo lugar, Erzsi era la huérfana de Rudolf. La orfandad la situaba en una posición vulnerable. Paralelamente, Franz Joseph había mantenido una relación extremadamente tensa, conflictiva, con Rudolf. El desenlace de la vida de su hijo -el único varón- tuvo que removerle por dentro. Es probable que, en cierta forma, se sintiese culpable por haber sabido estar cerca de Rudolf, por permitir que la brecha entre ambos llegase a alcanzar las dimensiones de un auténtico abismo. Volcarse afectivamente en Erzsi también era, si uno lo piensa, una manera de resarcir a Rudolf.
Erzsi no estaba, sin embargo, cercana ni a su abuela Elisabeth ni a su madre Stephanie. Elisabeth era la dama errante, casi nunca detenía sus pasos en la capital austríaca y parecía envuelta en un aura de misterio. Stephanie, al quedarse viuda, había encontrado muy díficil encajar en la corte vienesa, por lo que también había empezado a viajar constantemente de un lado a otro. La muerte de Elisabeth, no obstante, convirtió a Erzsi en una heredera. Todos se sorprendieron de las dimensiones de la fortuna que había acumulado Elisabeth a través de las décadas. El testamento instituía tres herederas principales: sus hijas Gisela y Valerie, así como su nieta Erzsi. La colosal fortuna estaba dividida en cinco porciones: dos para Gisela, dos para Valerie y una para Erzsi. Aunque en realidad el reparto de bienes favoreció a Valerie, ni Gisela ni Erzsi pudieron quejarse de lo que recibieron en virtud de la última voluntad de Elisabeth.
domingo, 17 de noviembre de 2013
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