Y ahora… ¿qué podría decir yo? Creo que he afrontado todo lo que se me ha ido viniendo encima desde que nos llevaron al Palacio de las Tullerías en 1789 con fuerza y valentía y espero que, las pocas fuerzas que me quedan, sean suficientes para asumir mi destino con dignidad.
Miro hacia atrás y la verdad es que volvería a dedicarle una reverencia a todo el pueblo de Francia, pues me arrepiento y me avergüenzo de muchas cosas que he hecho aunque, por otro lado, creo que la condena que me han impuesto ha sido excesiva y las humillaciones, innecesarias.
Ahora, que es demasiado tarde y no hay nada que yo pueda hacer para solucionar la situación en la que me veo envuelta y ahora, que estoy cansada de lamentarme, los recuerdos atestan mi cabeza y, afortunadamente, solo puedo acordarme de los buenos momentos y de mis seres queridos… Mi infancia en Austria con mis padres y hermanos, las clases con mis instructores, la llegada a Francia, la boda, las fiestas, los bailes, la ópera, los juegos, mis grandes amigos y amigas, mis hijos e hijas… La vida es para vivirla y ser feliz y, aunque haya pasado por malos momentos, todos esos buenos recuerdos son la luz que ilumina esta sombra en la que ahora me veo sumergida del todo.
Espero que Francia y Austria, me recuerden siempre como la última Reina, de este gran país, que mantuvo la compostura hasta el final y asumió con dignidad las consecuencias de sus actos. Me despido de ti por última vez, pues mañana, si tengo suerte, me reuniré con mi querida madre, con mis dos pequeños Luis José y María Sofía y con Luis Augusto, último Rey de Francia.
domingo, 29 de enero de 2017
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