sábado, 11 de febrero de 2017

Algunos días más tarde, un aflfliction más cerca superó a Marie Antoi- nette. Una carta de su hermano Leopoldo, de fecha 27 de febrero de anunció la muerte del emperador, José II., fallecido en el 20 en Viena. El desafortunado soberana, que tenía para dos años sufrieron de agua en el pecho, y que durante dieciocho años meses habían estado languideciendo, por lo Leopold escribió, había sucumbido a la pena causada por la insurrección victoriosa de la belga provincias. "Su país me ha matado", le había dicho a la Príncipe de Ligne. Dejó una carga pesada para su sucesor, - un imperio dividido, una guerra con los turcos, con la otra Países Bajos, las provincias más leales de Austria, que había sido provocado por las reformas filosóficas imprudentes. Las dificultades contra la que tuvo que enfrentarse probablemente no le permitió para interferir activamente en los asuntos de Francia; pero aún re- contenida una cierta influencia, y quería a su hermana con sinceridad, de- A pesar de sus ocasionales observaciones injustas y tono de reprimenda. Uno de sus últimas cartas a su hermano que había sido un cálido homenaje a este hermana, y una protesta contra las calumnias, que la perseguían, - una protesta que fue aún más concluyentes porque no des- tined para su publicación: - "Yo, como usted, que ser afligidos en todos los horrores que han sido distribuido en contra de la reina de Francia, ** escribió el 8 de octubre, 1789. "Pero lo que hay que hacer con los bribones insolentes y los tontos? No pueden superar la idea de que mi hermana me ha enviado en secreto a millones, mientras yo



ni saber cómo ni por qué debería haber pedido para ellos, ni cómo se les podría haber transmitido a mí; Nunca he visto un céntimo de Francia." En lo María Antonieta perdió, si no un seguidor real, al por lo menos un consejero, y, sobre todo, un amigo fiel. Algunos días antes de su muerte José le había escrito "una más afectuoso, conmovedora carta, asegurándole que uno de sus más agudos remordimientos en morir fue dejarla en una posición tan cruel, y no va a poder para darle algunas pruebas eficaces de las afecciones que se le ha Siempre sentido por ella. '* Cualquiera que sea la cacerola señora leva puede decir, la tristeza de la reina era de profundidad, pero se vio obligada a suprimirla, sólo se revela a unos pocos amigos; Le escribió a la duquesa de Polignac, "tengo sido muy infeliz por la pérdida que acabo sostenida; pero al menos la fuerza que se manifiesta a quien llorar en sus últimos momentos obliga a todo el mundo para hacerle justicia y admirarlo, y me atrevo a decir que él murió digno de mí ".

Tengo una hermana, la reina de Francia, pero el Imperio Santo tiene ninguna hermana y Austria no tiene ninguna hermana. Sólo puedo actuar como el bienestar de los dictados de los pueblos y no por los intereses de la familia.
Emperador Leopoldo II. Después de su adhesión sobre la situación en Francia




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