domingo, 15 de diciembre de 2013

el maritiro de na emperatriz p02

06:mary vetsera en un baile polaco:
El balón ha polaco es, como señalé antes, un her- 
función tiful, para todos los grandes nobles polacos que tienen 
asumido su residencia en la capital hacen un punto de 
estando presentes, vestidos con sus trajes nacionales, w ^ hich 
son una maravillosa combinación de bordado en oro vel- 
veterinarios, pieles costosas, y las joyas más costosas. 

Según un grupo de palmeras y helechos gigantescos sentó un 
niña de un encanto personal tan notable que 
la corona-príncipe inmediatamente preguntó quién era. 
Se le informó que ella era la hija del barón 
Vetsera, y de la hermana de estos famosos y entu- 
deportistas siasta conocidos en Austria como la "Pequeña Bal- 
tazzis ". Los Baltazzis son griegos, pero gracias a su 
inmensa riqueza y su pasión por la carne de caballo, que 
implantado a sí mismos desde hace muchos años en Yiennese socie- 
dad, no en círculos de la corte, sin duda, para el fin de ser 
presentó en la corte, es necesario, en primer lugar, para ser 
capaz de demostrar los regulación dieciséis cuarteles en tanto 
lados, y los banqueros griegos en cuestión tendrían 
posiblemente habido mucha vergüenza de demostrar cualquier trimestre- 
nes en todo. Sin embargo, tanto Héctor y Aristides Bal-
tazzi había sido presentado al emperador, así como a 
la emperatriz y para otros miembros de la imperial 
familia, en el campo de la caza, y como una de sus hermanas 
se había casado con un noble austríaco del nombre de 
Baron Yetsera, otro barón austriaco igualmente noble 
Stockau, y uno de los hermanos de la hermosa condesa 
TJgarte, la familia podría decirse que se ciernen sobre el borde 
de un conjunto muy aristocrático. Por otra parte, por lo que susurró el
chronique scandaleuse ^ cuando la baronesa Yetsera la hizo 
debut en la sociedad después de su matrimonio, el emperador tenía 

sido un ferviente admirador de su belleza oriental oscuro, su 
atenciones de haber causado una gran cantidad de charla en la 
tiempo. 

Marie Yetsera, la hija de la baronesa, había pasado la mayor parte 
de su infancia en el extranjero, y así fue que hasta el 
noche nefasta de esa bola de Polonia en particular ningún miembro 
de la familia imperial que aún había puesto los ojos en ella. 
Ella tenía entonces diecinueve años, y en la flor de 
su extraordinaria belleza. Alta, delgada, con magnif-
ojos oscuros ICENT, a la sombra de incredibl} 'de largo y sedoso 
latigazos, que poseían un encanto y un picante que, 
incluso a Viena, donde las mujeres hermosas son la regla 
y no la excepción, produce una sensación distinta. 
Su figura perfecta displa3'ed al admirable ventaja 
un vestido sencillo pero exquisito envuelto de crepe blanco, 
que no tenía ningún otro ornamento que algunos grupos de 
violetas blancas y brezo blanco, se recostaron en el marco del 
sombra verde proyectada por algunas plantas altas, jugando distraídamente 
con su abanico de plumas blancas. Ella parecía muy un-
consciente de la imagen dulce que ella hizo, su pequeño, 
bien formada cabeza apoyada contra una pila de cojines, y 
una media luna de los diamantes - su única joya - espumoso en el 
masas de su cabello oscuro y ondulado. 

Había algo tan atractivo, tan deliciosamente 
puro y refinado y fuera de lo común en su parecer- 
ción de que el príncipe heredero pidió que la presentó 
para él, y pronto fue sentado a su lado, hablando alegremente 
sobre el certamen en constante cambio ante sus ojos. 
Antes de iones 'él la invitó a bailar. 

Los austriacos son proverbialmente los mejores que baila el vals en 
Aarth, y para bailar el vals con Rudi, que había dominado ese 
arte difícil con su habitual capacidad para hacerlo exceder- 
vez más bien todo lo que hizo en absoluto, fue una revelación 
a Marie. El príncipe heredero no era lo que es comúnmente

llamó a un hombre bien parecido, pero era peor que bueno- 
mirando, porque cuando decidió hacer un esfuerzo, se convirtió en 
absoluta e irresistiblemente séduisant. 

Se supone que en las novelas sólo hace un encuentro 
el famoso defotidre golpe, pero la vida real ha dado a muchos 
pruebas de que tal cosa existe, y estamos de pie cara tc 
cara con sólo una instancia como cuando se habla de este 
primera reunión entre el heredero de Austria-Hungría de 
corona y la heredera de los millones Baltazzi y de 
el peculiar estilo de la belleza de las mujeres Baltazzi. 
Marie, que había sido cortejado mucho desde el primer momento 
de su carrera en la sociedad austriaca, tuvo desde ese momento 
sin pensar en si no es por el príncipe incondicional cuyos ojos 
- La mejor característica que poseía - había conocido tan 
así cómo hacerle entender a la vez que el tiempo de 
había llegado para él perder su corazón una vez por todas. 
Esto no fue un coqueteo en ciernes, no saloncito 
intriga que sirve para pasar las horas y dar 
un poco de sabor a la existencia insípida de muchos hombres de la sociedad 
y las mujeres, pero la verdadera pasión de buena fe que 
ha sido representado por los poetas desde tiempo inmemorial. 

En Montenegro los montañeses llaman a esta repentina prisa 
de sentirse "congregada el destino de uno", y esto expresa 
un evento tan bien, por cierto, por raro que estos casos 
Pueden tienen bastante casi siempre un final fatídico - 
es más, aunque sea trágico. 

Rudolph tenía en su naturaleza una vena de lo que en alemán 
se llama schwdrmerei - una fuente oculta de poética ideal 
dad - y él era una víctima más probable para un amor que 
pertenecido más bien para el alma que a los sentidos. La
gran cantidad de tonterías y disparates vergonzoso en eso, 
se ha hablado y escrito sobre la inmensa y 
absorber la ternura que unió Rudolph y Marie 
desde el primero. La calumnia de la más sucia y negro-

est tipo no se ha librado de ellos, e incluso después de 
su muerte la marea viscosa de una mala interpretación y 
la calumnia se ha mantenido en aumento sobre sus tumbas, y tiene 
desdibujado su memoria en su cieno barroso. 

La verdad del asunto es, que el amor, como se 
sentido por sí es muy raro que una cosa es no 
despertar el rencor y la envidia del público, y que 
casi de la venganza necesidad es rápido, y por lo general toma 
la forma de una ola de inventos villano, de la falsa re- 
puertos, y de mentiras crueles, que es imposible de refutar 
porque en tales casos la prueba de la inocencia lata de la víctima 
rara vez ser dado. 

El amor de Rudolph y Marie, posiblemente, podría tener 
mantenido en secreto de Stephanie, porque ellos nunca se reunieron en 
privada, y él era muy cuidadoso de que ni un soplo de 

escándalo debe tener alguna razón para tocar a la chica que 
adorado, si no hubiera sido por la condesa, Avho nunca 
descansó hasta que tuvo por sus muchas sugerencias e insinuaciones 
dejado claro a la Corona-princesa que Rudolph había 
al fin enamorado de buena serio, y designado a 
su amable nota el poseedor del corazón de su marido. 
Esto tuvo lugar poco antes de jubileo de la reina Victoria 
fiestas en 1887, las fiestas en la que la Corona-prince 
y Corona-princesa de Austria fueron a representar a Em- 
Emperador Francisco José y la emperatriz Isabel. 

07:anecdota en inglaterra:
Dos o tres semanas antes de la fecha designada para 
la partida de Rudolph y Stephanie para Londres, 
Marie Vetsera fue llamado a Inglaterra, donde su hermana 
sentar mal. Esta fue una mera coincidencia, pero presenta a
la Corona de la princesa por la lengua cruelmente sarcástico de 
Condesa Larisch, el hecho tomó las proporciones de un com- 
cita posely hecho, organizado por los amantes, con 
a fin de poder satisfacer en un suelo extranjero con un 
facilidad que no se encontraba dentro de los límites de 
el imperio austriaco. Al enterarse de esto la Corona-
princesa en el último momento se negó obstinadamente a 
acompañar a su marido, hiriendo los sentimientos de la 
edad de la reina británica casi más allá de perdón por su brusco 
negación, y la delincuencia casi tanto el Emperador y 
Emperatriz, por no hablar de su padre, y madre, 
El rey Leopoldo y la reina Enriqueta de Bélgica, quien 
fueron algunos de los invitados del Jubileo. 

Es inútil recordar aquí la escena realmente atroz 
que tuvo lugar entre Rodolfo y Estefanía en 
esa ocasión. La Corona de la princesa olvidó de sí misma por lo que
lejos como para utilizar al hablar de Marie Vetsera algunos epi- 
thets que correspondía ni su sexo ni su exaltada 
rango, y 'que, cuando se aplica a la mujer que amaba, 
Rudolph no podía dejar pasar sin resentirse en el 

más enojado moda posible. Declaró entonces y allí
a su consorte que había terminado con ella, y que 
nunca se perdonaría lo que había dicho. Con esta
declaración de guerra que llevó a su partida a Inglaterra, 
mientras que Stephanie, por una vez asustó wellnigh fuera de su 
ingenio, dejaron de Viena a pasar el tiempo de su ausencia de distancia 
de todas las miradas de observación. 

Ese Rudolph reunió Marie Yetsera y su madre en 
Londres, y exhortaron a ellos varias veces, es bastante 
ciertos, pero ¿qué planes se decidieron por los dos 
los jóvenes es imposible estatal. Baste
decir que un tiempo después de su regreso a Austria, el 
Corona-príncipe envió una carta privada y confidencial a 
nuestro Santo Padre, el Papa, rogándole para disolver 
su matrimonio, y que usara su influencia con el Emperador 
para obtener la sanción de este último de renuncia de Rudolph 
todos sus derechos de sucesión al trono, y en retirada 
por completo de la mirada pública. Esta carta fue enviada
a Roma por un mensajero especial y de confianza, que debía 
traer de vuelta la respuesta de Su Santidad a los mismos. Casi im-
inmediatamente tras la recepción de este documento Leo XIIL 
enviado a uno de sus propios mensajeros confidenciales a Em- 
Emperador Franz-Joseph, encerrando en una carta de su propia para 
el emperador el que el príncipe heredero había escrito. 

Es imposible describir el horror y el asombro 
del padre infeliz cuando recibió esta bastante un- 
golpe de esperar, pues aunque era consciente de que el 
las relaciones entre su hijo y su hija-en-ley se 
mucho más tensa, pero no tenía idea de que este estado de 
asuntos habían ido tan lejos como para llevar a cabo tal decisión 
por parte de Rudolph, por otra parte, sabía Rudolph demasiado 
bien como para no darse cuenta de que algo realmente terrible debe 
han ocurrido para que le den ese paso con ' 
fuera siquiera mencionarlo a él.

De inmediato convocó archiduque Albrecht, su tío, 
su hermano, el archiduque Charles - Louis, y el Príncipe- 
Arzobispo de Viena, con el deseo de comunicar a Ku- 
Dolph la carta del Santo Padre en su presencia. 

La entrevista que sigue es wellnigh indescriba- 
ble. Rudolph, conmovido por el profundo dolor de su
padre, con quien estuvo muy unido, cayó a su 
pies y anhelaban su perdón por ser su causa, pero al 
Al mismo tiempo se negó a dar ninguna explicación de su 
realizar en presencia de testigos, y que sólo era 
más tarde, cuando el emperador se había retirado a su vida privada 
apartamentos para la noche, que el príncipe heredero era 
inducida por él para hacer un pecho limpio de toda 
materia. 

Aquí llegamos a un punto en esta terrible aventura que es 
de tan delicada naturaleza que uno retrocede ante positivamente antes 
la casi imposible tarea de explicarlo. Hay
en este mundo algunas muertes terribles, y muchos en- 
tancias en las que las palabras de la Escritura, que dice 
que "los pecados de los padres caerán sobre la 
niños, "hecho realidad en un reall} '-. moda horrorosa La 
conversación tormenta que tuvo lugar entre el Em- 
Emperador y su único y muy querido hijo fue testigo de 
por nada, y sin embargo, existen a día de varias personas que 
sabe lo horrible que fue el descubrimiento realizado por ambos 
ellos en esa noche nunca-a-ser-olvidado, cuando Rudolph 
confesó a su padre su amor por Marie Vetsera, y 
su intención de renunciar a todo su futuro, su elevada 
rango y su posición inigualable para poder casarse con ella! 

Cuando en la madrugada el príncipe heredero se tambaleó hacia fuera de 
la presencia de su padre, su cara estaba gris y dibujado y 
ojeroso, como la de un cadáver, y en sus ojos, que 
brillaba con la luz ardiente de fiebre, había una 
mirar de dura resolución que traicionó no sólo el hecho de 

que él era un hombre desesperado, pero también que había dejado 
detrás de él toda esperanza de la realización de su más ardiente 
deseos. 

En cuanto al emperador, cuando su ayuda de cámara entró en su habitación 
a la hora de costumbre, encontró a su inclinación amo imperial 
bajo sobre su escritorio, con su cabeza apoyada sobre su 
los brazos cruzados. El emperador estaba vestido completamente en el
uniforme que había llevado la noche anterior, 
y el criado, pensando que tal vez su maestro 
se había quedado dormido mientras escribía, se permitió 
tocarlo ligeramente en el hombro. ¿Cuál era su
susto y sorpresa cuando descubrió que Franz- 
José, este hombre de hierro, que nunca conoció un día de baja por enfermedad 
ness, estaba desmayado! Eealizing con la rápida in-
la matrícula de un sirviente leal a fondo que el emperador 
desearía que su condición mantenida en secreto, si es posible, la 
valet abstuvo de pedir ayuda, pero resto-aplicado 
tivas a sí mismo, y cuando el emperador se había recuperado 
conciencia discretamente evitó traicionar por la mirada o 
firmar su propia curiosidad en cuanto a lo que podría haber traído 
acerca de tan curioso y sin precedentes de un incidente. 

Durante el transcurso de la mañana el emperador envió 
para su hijo, pero le informaron que su alteza imperial 
la corona-príncipe había comenzado temprano para Mayerling ac- 
acompañado sólo por su Loschek criado personal, y que 
que había dejado dicho en el sentido de que tenía la intención de pasar 
dos o tres días allí, en compañía de su brothcx'- 
cuñado, el príncipe Phillip von Coburg, y del conde Joseph 
Hoyos, que eran por lo general su caza favorito com- 
panions. 

08:muerte
La noche estaba a punto de terminar cuando el cuerpo de la 
Corona - príncipe fue llevado en sus apartamentos privados 
en el Ilofburg. El ataúd fue abierto y temporal
el cadáver puso sobre la cama, y ​​entonces fue que el Em- 
Emperador y la Emperatriz se enfrentan cara a cara con el 
horrores de la terrible muerte de su único hijo.

Se rumoreaba en el momento, y
También se ha declarado ya que, que antes de cometer un 
acto tan severamente condenada por la Iglesia Católica que 
en realidad había matado con sus propias manos la mujer que 
que amaba más que la vida. Esto es a fondo y la vergüenza-
totalmente falso. Marie Yetsera murió durante la noche del
del 29 al 30 de enero de 1889, y ella murió 
en los brazos de la corona-príncipe, pero no era él, como 
everj ^ cuerpo persiste en creer, que la mató. Tiene
ha demostrado auténticamente que fue ella misma la que 
truncada su existencia justa y hermosa mientras Rudi 
había ausentado por un momento de la peluquería 
donde habían estado hablando juntos. 

Temprano en la mañana del 29 de enero, Marie Yetsera 
recibido una carta. Ella estaba en ese momento sentado en
su tocador, y poniendo los toques finales a 
su inodoro. Su doncella y su hermana, que estaban presentes,
se dio cuenta de que mientras ella examinaba el contenido de la carta, 
que había sido traído por un mensajero especial, ella 
resultó espantoso pálido y temblaba como una hoja, pero cuando 
preguntó cuál era la causa de su emoción, se negó 
que dar ninguna explicación, y rasgando la carta en 
pequeñas piezas que los arrojó al fuego abierto, y 
los miraba hasta que hubieran sido completamente reducida 
a cenizas. Poco después se quejó de una cabeza-
dolor, y le dijo que iba a ir a dar un corto paseo en 
para ver si el aire fresco no le haría bien. 
Vestida con una falda sencilla oscuro sarga, una chaqueta, gorra, y 
manguito de piel sombría, y con un pequeño ramo de violetas 
sujeta a su pecho, ella dejó la casa de su madre y 
caminado por la Ringstrasse hasta que llegó a una cele- 
floristería brado, que ella habitualmente frecuentado. 
Allí compró otro y mucho más grande grupo de 
violiets, y al salir de la tienda salieron INTB un unume- 

y, ^ ^ ^ ^ ^ g _one de esas cabinas privadas, que un gran número de 
del uso aristócratas vieneses por sus paseos por la mañana 
-Que se había detenido frente a la floristería tan pronto 
al entrar en la tienda. Los caballos trotaban bajar en un
ritmo fuerte, y la shopwoman que había esperado al 
Marie, y la había acompañado hasta la puerta, dijo, como 
ella volvió a su contador: 

"Bueno, eso es divertido! Si no me equivoco, el barón- 
ess ha ahuyentado en Crown-prince Kudolph del privado 
taxi, conducido por el propio Bratfisch ". 

Bratfisch, / «cr 

su padre en el Hofburg, diciéndole que él no era 
siente lo suficientemente bien como para estar presente en la cena de la familia 
que debía ser dado esa noche en honor del Arco- 
duquesa Marie-Valerie y su prometido, el archiduque Fran- 
cis-Salvator. El telegrama decía así:

"Para Su Majestad el Emperador, en Viena: 

"Perdona mi no aparecer, ya que no me siento bien, no es nada 
grave, sin embargo. El amor para mi madre y para todos.

"Rudolph". 

Cualquiera que sea la conversación pudo haber sido entre 
los dos jóvenes desafortunados en ese oscuro y 
tarde triste en el pequeño salón de Schloss-Mayerling 
mejor que se puede imaginar lo que se describe. Los terribles dis-
cierre que el joven hizo para ella era verdaderamente de 
carácter para desequilibrar el cerebro más constante, y Loschek, 
el ayuda de cámara, dijo más tarde que había oído, al pasar 
la puerta, en diferentes ocasiones, el sonido sordo de 
sollozos violentos.

Durante las semanas anteriores Marie había sido ex- 
excesivamente melancólico, y habían varias veces aludido, en 
la presencia de su familia y amigos, a su deseo de morir 
joven si no podía obtener más ardiente de su corazón 
deseos, pero lo que esos eran no dijo! De hecho,
un caballero que la había conocido desde la niñez, y que 
fue un visitante constante en la mansión Yetsera, recor- 
Bered que en una ocasión ella le había dicho media-laugh- 
vez más que, gracias a la cepa de la sangre oriental que 
fluía por sus venas, no tenía miedo en absoluto de 
muerte, incluso si autoinfligida, y que ella siempre fue pro- 
provisto de los medios para poner fin rápidamente y sin dolor 
para su existencia, si alguna vez llegó a ser demasiado desagradable para ella. 

Cuando el conde Hoyos y el príncipe von Coburg devueltos 
al castillo para la cena, se encontraron con que la Corona- 
príncipe ya se había retirado, dejando un mensaje al 
efecto que se sentía demasiado enferma para aparecer en la comida de la noche, 
de la que él pidió ser excusado. Tliere hubo
firmar de Bratfisch, ni, por supuesto, de Marie Vetsera, y 
Loschek haber sido el único en ser testigo de su ar- 
rival, los dos nobles no fueron informados de que una dama 
había llegado a Mayerling en ese día. Se sentaron para una
mientras que más de su vino y los cigarros, y luego, a fondo 
fatigado por el deporte de su día, se fueron a la cama, y 
silencio absoluto reinaba en todo el edificio. 

A las cinco de la mañana los cazadores ser- 
gan a circular por el patio, los novios se abrió la 
puertas del establo y empezó a su jornada de trabajo, la fundición 
una mirada ocasional a las ventanas cerradas 
del castillo, porque sabían bien que, al igual que su fa- 
ther, la corona-príncipe era un madrugador, y que, 
por lo tanto, probablemente pronto aparecerá en uno de los 
marcos, como era su costumbre, para llamar a algunas órdenes de 
ellos. 

Loschek también aumentó y la preparación de sus imperiales mas- 
baño del ter en el camerino contiguo a la Corona- 
sleeping-apartamento de príncipe. Varias veces se ap-
proached la puerta, esperando oír que lo llamaban, pero 
el silencio se mantuvo imperturbable, y como hora tras hora 
pasó lentamente el hombre comenzó a sentirse muy preocupado. 
Él había sido enviado por Rudolph en la noche anterior 
a hacer un recado a Baden, y no sabía si, o cuando, 

la baronesa Vetsera había dejado Mayerling. Finalmente,
ansiedad insoportable, trató de girar el mando 
de la puerta, pero para su sorpresa encontraron que 
fue fijado en el interior, siendo esta totalmente en contra 
costumbre del Archiduque. Durante unos instantes,
quedó inmóvil y luego golpeado dos veces rápidamente en el 
panel de madera de roble. Al no recibir respuesta, él huyó a
el comedor, donde el Príncipe de Coburgo y el conde 
Hoyos estaban esperando su desayuno. Temblor en
todos sus miembros, Loschek confusamente trató de explicarles 
que algo debe haber pasado a la Corona- 
príncipe, entremezclando sus declaraciones incoherentes con allu- 
siones a la visita de Marie Yetsera, que eran, por supuesto, 
absolutamente ininteligible para sus oyentes asombrados. Gather-
ción, sin embargo, por lo que dijo que algo muy 
tanto fuera de lo común había ocurrido, el Príncipe y 
el conde, seguido por el terror Loschek, corrió- 
comenzaron escaleras tres pasos a la vez, y, a su vez un 
asalto a la puerta, que, cuando obtuvieron ninguna 
señal de vida desde dentro, terminó en su ruptura que 
abierta. 

La escena que se reunió su mirada era de naturaleza tal que 
atacar a la persona más independiente con el horror. En
el salón cerca de la ventana, estaba tendido el cuerpo de Marie 
Vetsera, todavía vestido con su traje de sarga oscura, pero con 
todas las violetas de sus dos ramos de flores esparcidas sobre ella. 
Su rostro blanco, recortada contra la seda carmesí del 
cojín sobre el que la cabeza Avas descanso, parecía cortada 
en mármol. La mitad apoyado en su hombro, medio
en el suelo, estaba el príncipe heredero, su caza-suit 
empapado de sangre, y su mano sin vida aún captar- 
ing un revólver caballería pesada. Enloquecido por el dolor y
sorpresa, los tres hombres se inclinaron sobre Rudolph para ver 
si la vida era realmente extinta. Una mirada a la
cráneo destrozado, hoAvever, bastó para demostrar que todos los 
esperanza había huido. Prince von Coburg, dando un paso atrás con
una exclamación de consternación, pisó algo que 
cogió mecánicamente. Era un pequeño bot-vacío
tle de cristal marrón, que se denomina "la estricnina." 
Mecánicamente también lo colocó en una mesa vecina, 
y con la ayuda de sus dos compañeros levantado la forma 
de la corona-príncipe de la tierra y la puso sobre la 
la cama. Entonces todos se apresuraron a salir de la habitación, y
cerrando la puerta detrás de ellos, se fue escaleras abajo, sintiendo 
como adormecida y nerviosa, como si el} ^ se acaba despertando 
de alguna pesadilla terrible. 

Cuando habían tenido tiempo suficiente para recuperar su 
detecta hasta cierto punto. El príncipe Felipe ordenó la entera
hogar a comparecer ante él, y haciéndolos 
tomar, cada uno por separado, un juramento de secreto absoluto, él 
dio indicaciones de que la entrada al castillo y al 
los terrenos del castillo se debe negar a todo el mundo con- 
distinción de sexo o rango.

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