domingo, 16 de octubre de 2016

embajadas y marie en politica

Tuvo una entrevista con el embajador de España Fernán Núñez, quien escribió enseguida a su gobierno (enero de 1791): 

“Quiero saber positivamente si se puede o no contar con España: ¿Bajo que forma y hasta que punto? Durante toda la conversación tuve ante mí a una mujer desesperada, estaba en el límite extremo de su resistencia ante la actual situación. Y esto da pábulo para creer en el ruido que ha circulado estos días, según el cual ella habría pensado en envenenarse”. 

Y el 24 de marzo Fernán Núñez escribió: 

“Da pena verla aferrarse, para no caer en el abismo, a las ramas más débiles que se le presentan”… 

Todos los que deseaban salvar la Monarquía, se dirigían a ella. El rey parecía no existir. El conde de Montmorin, Ministro de relaciones exteriores: 

“Quiero ser útil, y solo consigo serlo a través de la reina; siento que es la fuerza mayor que tiene el gobierno; sólo por ella se podría actuar sobre el rey… Sólo contando con su confianza podemos hacer algo”. 

 

Ocho meses más tarde, la situación le parecía mucho más crítica y le escribió a Mercy-Argentau (28 de septiembre de 1791): 

“…No sucedería lo mismo si al reina pudiera tomar el timón de las negociaciones; esto es lo que hay que conseguir… Mientras la reina no sea el punto central de los negocios… podemos temer cualquier falta y toda clase de peligros, porque hay que rendirse a la evidencia: el rey no es capaz de gobernar y la única q1ue puede reemplazarlo es la reina, siempre que sea secundada… Seria preciso que ella reconozca que debe ocuparse, con perseverancia y método, de todos los problemas; tiene que hacerse el propósito de acordar una entera confianza al que ella escoja para ayudarla y retirar lo que ha entregado a ciertas personas que no le sirven”. 

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